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Mitos sobre el sueño infantil
Muchos padres han tenido algunas dudas sobre qué esta bien, y lo que no lo está, en referencia a la forma de dormir de nuestros hijos. Existen mitos sobre el sueño de los bebés que es necesario derribar y explicar cuál es la realidad. El último número de la Red Médica de Salud Psicosocial The Family Watch ha sido realizado por el dr. Diego García-Borreguero Díaz-Varela, director del Instituto de Investigaciones del Sueño de Madrid y la dra. Milagros Merino Andreu, de la Unidad Pediátrica de Trastornos de Sueño del Hospital Universitario La Paz en Madrid.
Estos son, según estos expertos, los distintos mitos y realidades que rodean al sueño del bebé:
Mito 1: Los recién nacidos no necesitan un horario de sueño.
Realidad: Todos los niños, incluso los recién nacidos, se benefician de un horario regular por la noche a la hora de la siesta.
Mito 2: Los bebés nunca duermen toda la noche sin despertarse.
Realidad: Como los adultos, los niños pueden despertarse varias veces a lo largo de la noche. Sea por las tomas, o bien porque se sienten mal en momentos puntuales. Pero a partir de los seis meses un bebé puede llegar a dormir de forma continuada sin despertarse.
Mito 3: Algunos niños no duermen bien nunca.
Realidad: Si se tienen dificultades para conseguir que el niño tenga un sueño continuo y/o reparador, será necesario consultar con su pediatra para que se establezcan las medidas necesarias. Pero a priori, todos los niños pueden conseguir dormir bien.
Mito 4: Algunos niños no necesitan dormir la siesta.
Realidad: Es verdad. Los niños necesitan menos siestas de forma natural en medida que crecen.
Mito 5: Los niños que no duermen siesta duermen más horas durante la noche.
Realidad: Esto no es cierto. Muchos niños que están demasiado cansados a menudo tienen más dificultades para dormirse por la noche.
Mito 6: Si el niño se acuesta tarde, se quedará dormido antes y dormirá mejor.
Realidad: No es necesariamente cierto. Es recomendable acostar a los niños a una hora razonable, mucho antes de que lo hagan los padres y, si se detectan signos de somnolencia (bostezos, irritabilidad), es necesario adelantar la hora de ir a la cama unos 20-30 minutos.
Mito 7: Es convenientes dejar que el niño se duerma en una silla-balancín.
Realidad: Acunar unos minutos al bebé puede calmarle si está inquieto, pero es mejor que no se acostumbre.
Mito 8: El niño no debe quedarse dormido en los brazos de los padres.
Realidad: Sin embargo es convenientes que, a partir de las 6 semanas de vida, aprendan a dormirse por sí solos en la cuna.
Mito 9: Los bebés duermen toda la noche si se les dan alimentos sólidos antes de los 4-6 meses de edad.
Realidad: Los bebés tienen el sistema digestivo muy inmaduro y los alimentos deben administrarse de forma secuencial, valorando su tolerancia según las indicaciones nutricionales del pediatra.
Mito 10: Si la toma nocturna (la de la cena) incluye leche y/o cereales, el niño dormirá mejor.
Realidad: Esta medida debe ser tomada en consideración de forma cautelosa. Es decir, si se le administra mucha cantidad será contraproducente, pero si se le administra la cantidad correcta que le corresponde por su edad y peso, será beneficiosa por los efectos facilitadores del sueño de la leche, ya que contiene fenilalanina, precursor de la serotonina (que ayuda a dormir), y de los hidratos de carbono de los cereales, que bloquean una sustancia que nos mantiene despiertos, la hipocretina.
Mito 11: Los hermanos/as no deben dormir juntos porque uno puede despertar al otro o impedir que el otro se duerma.
Realidad: Esto no es necesariamente cierto. Si los hermanos tienen la misma disciplina para dormir, no tienen por qué haber ningún inconveniente en que duerman juntos.
Mito 12: Dejar ver la tele al niño un rato antes de dormir puede ayudarle a relajarse.
Realidad: Se debe ir con cuidado con esta costumbre ya que se recomienda que se haga de forma muy razonable, poco tiempo y no mas allá de las 21 horas. Y sobre todo, con un contenido adecuado a la edad del menor.
Mito 13: Darles un vasito de leche caliente con miel ayuda a los niños a dormir.
Realidad: Esta afirmación es cierta, ya que la leche y la miel tienen efectos relajantes sobre el niño y pueden ayudarle a conciliar el sueño.
Los problemas del sueño infantil
Estos son, según estos expertos, los distintos mitos y realidades que rodean al sueño del bebé:
Mito 1: Los recién nacidos no necesitan un horario de sueño.
Realidad: Todos los niños, incluso los recién nacidos, se benefician de un horario regular por la noche a la hora de la siesta.
Mito 2: Los bebés nunca duermen toda la noche sin despertarse.
Realidad: Como los adultos, los niños pueden despertarse varias veces a lo largo de la noche. Sea por las tomas, o bien porque se sienten mal en momentos puntuales. Pero a partir de los seis meses un bebé puede llegar a dormir de forma continuada sin despertarse.
Mito 3: Algunos niños no duermen bien nunca.
Realidad: Si se tienen dificultades para conseguir que el niño tenga un sueño continuo y/o reparador, será necesario consultar con su pediatra para que se establezcan las medidas necesarias. Pero a priori, todos los niños pueden conseguir dormir bien.
Mito 4: Algunos niños no necesitan dormir la siesta.
Realidad: Es verdad. Los niños necesitan menos siestas de forma natural en medida que crecen.
Mito 5: Los niños que no duermen siesta duermen más horas durante la noche.
Realidad: Esto no es cierto. Muchos niños que están demasiado cansados a menudo tienen más dificultades para dormirse por la noche.
Mito 6: Si el niño se acuesta tarde, se quedará dormido antes y dormirá mejor.
Realidad: No es necesariamente cierto. Es recomendable acostar a los niños a una hora razonable, mucho antes de que lo hagan los padres y, si se detectan signos de somnolencia (bostezos, irritabilidad), es necesario adelantar la hora de ir a la cama unos 20-30 minutos.
Mito 7: Es convenientes dejar que el niño se duerma en una silla-balancín.
Realidad: Acunar unos minutos al bebé puede calmarle si está inquieto, pero es mejor que no se acostumbre.
Mito 8: El niño no debe quedarse dormido en los brazos de los padres.
Realidad: Sin embargo es convenientes que, a partir de las 6 semanas de vida, aprendan a dormirse por sí solos en la cuna.
Mito 9: Los bebés duermen toda la noche si se les dan alimentos sólidos antes de los 4-6 meses de edad.
Realidad: Los bebés tienen el sistema digestivo muy inmaduro y los alimentos deben administrarse de forma secuencial, valorando su tolerancia según las indicaciones nutricionales del pediatra.
Mito 10: Si la toma nocturna (la de la cena) incluye leche y/o cereales, el niño dormirá mejor.
Realidad: Esta medida debe ser tomada en consideración de forma cautelosa. Es decir, si se le administra mucha cantidad será contraproducente, pero si se le administra la cantidad correcta que le corresponde por su edad y peso, será beneficiosa por los efectos facilitadores del sueño de la leche, ya que contiene fenilalanina, precursor de la serotonina (que ayuda a dormir), y de los hidratos de carbono de los cereales, que bloquean una sustancia que nos mantiene despiertos, la hipocretina.
Mito 11: Los hermanos/as no deben dormir juntos porque uno puede despertar al otro o impedir que el otro se duerma.
Realidad: Esto no es necesariamente cierto. Si los hermanos tienen la misma disciplina para dormir, no tienen por qué haber ningún inconveniente en que duerman juntos.
Mito 12: Dejar ver la tele al niño un rato antes de dormir puede ayudarle a relajarse.
Realidad: Se debe ir con cuidado con esta costumbre ya que se recomienda que se haga de forma muy razonable, poco tiempo y no mas allá de las 21 horas. Y sobre todo, con un contenido adecuado a la edad del menor.
Mito 13: Darles un vasito de leche caliente con miel ayuda a los niños a dormir.
Realidad: Esta afirmación es cierta, ya que la leche y la miel tienen efectos relajantes sobre el niño y pueden ayudarle a conciliar el sueño.
Los problemas del sueño infantil
Ayuda a tu hijo
a superar los terrores nocturnos y las pesadillas
¿Quién no ha tenido una pesadilla alguna vez? ¡He tenido tantas! Despertamos así de golpe y encima con el susto en el cuerpo, muchas veces sin poder volverte a dormir, quedándote en la cama dando vueltas e intentar olvidar la pesadilla, intentado volver a conciliar el sueño. Pero en los niños bien sabemos que no lo consiguen o incluso aparecen e mitad de la noche para acostarse con nosotros y sentirse más seguro.
Nuestra mente no para, aunque estemos durmiendo. Durante el sueño, continuamos organizando informaciones, asimilando imágenes, recuerdos y pensamientos, en nuestra memoria. En el sueño, no hay límites de conciencia e, incluso, podemos encontrar la solución a algún problema o una vía de escape a una situación difícil en los estados previos a la conciliación del sueño.
En el caso de los niños, los problemas de sueño están relacionados, en su mayoría, con los hábitos irregulares de sueño o con la ansiedad de irse a la cama y quedarse dormidos. En su primera etapa de desarrollo infantil, la hora de acostarse representa la hora de la separación de los padres y es cuando empiezan a manifestarse los problemas.
Nuestra mente no para, aunque estemos durmiendo. Durante el sueño, continuamos organizando informaciones, asimilando imágenes, recuerdos y pensamientos, en nuestra memoria. En el sueño, no hay límites de conciencia e, incluso, podemos encontrar la solución a algún problema o una vía de escape a una situación difícil en los estados previos a la conciliación del sueño.
En el caso de los niños, los problemas de sueño están relacionados, en su mayoría, con los hábitos irregulares de sueño o con la ansiedad de irse a la cama y quedarse dormidos. En su primera etapa de desarrollo infantil, la hora de acostarse representa la hora de la separación de los padres y es cuando empiezan a manifestarse los problemas.
Pesadillas de los bebés y niños
Por lo general, las pesadillas empiezan a los dos años aunque sean más comunes en niños de tres a seis años de edad. No se sabe la causa, pero dicen que están relacionadas con el estrés y la ansiedad de los niños. Las pesadillas ocurren durante el sueño ligero y su frecuencia es muy relativa. Hay niños que tienen pesadillas de forma muy seguida, otros menos, y otros no llegan a tenerlas. En la mayoría de los casos, las pesadillas no suponen un motivo de preocupación para los padres. Lo importante es saber cómo actuar en el caso de que tu hijo sufra una pesadilla.
Qué hacer si el niño tiene pesadillas
1. Prevención: Los padres deben estar atentos a lo que ven sus hijos en la televisión, especialmente antes de la hora de irse a dormir. Como las pesadillas no se pueden evitar y no avisan cuando vienen, los padres deben estar seguros de oír a sus hijos por si lloran durante la noche y acudir enseguida.
2. Atender a los niños: Durante una pesadilla, los padres deben atender a sus hijos lo antes posible. Los niños necesitan de ayuda y de consuelo. Los niños deben sentirse protegidos. Háblales con voz calmada para que sepan que te quedarás con él si así lo desea, pero que está bien que vuelvan a dormirse. Quédate con él hasta que se haya calmado y se vuelva a dormir.
3. Mantener la calma: Aunque sea desconcertante para los padres ser despertados súbitamente por los gritos y el llanto de sus hijos, hay que mantener la calma. Los niños notarán si los padres se encuentran nerviosos y no les servirá de nada. Solo los padres calmados podrán ayudar a sus hijos. Si los niños lo desean, podréis charlar con ellos acerca de sus pesadillas. Los padres deben ayudar a sus hijos para que piensen y discutan formas de sobreponerse a las cosas que en el sueño les asustaron. Deben ayudarles a que inventen un final feliz para el sueño.
Qué no debemos hacer si el niño tiene pesadillas
1. No despiertes al niño: Si los niños lloran, pero todavía están dormidos, no es necesario despertarlos. Debes quedarte con tus hijos hasta que despierten o se vuelvan a dormir en paz.
2. No le lleves a tu cama: Y tampoco te subas a su cama.
3. No le digas que las pesadillas no son reales: Conviene explicar a los niños qué es un sueño y que todos los tenemos.
Los terrores nocturnos de los niños.
Los terrores nocturnos afectan a un 3% de los niños, principalmente entre los 4 y 12 años, se resuelven espontáneamente en adolescencia. Suelen aparecer a primeras horas de la noche. El niño está agitado, llora, grita, suda y se percibe que está angustiado. En los terrores nocturnos, muy frecuentemente, el niño no recordará nada de lo que le ha causado ese malestar, por tanto, no se le debe interrogar esperando que nos cuenten lo sucedido. Si insistimos, no generaremos más que confusión.
Hay que diferenciar los terrores nocturnos de las pesadillas, que se producen más frecuentemente al final de la noche, y donde el niño puede contarnos lo que ha vivido en el sueño (ensueño). Los terrores nocturnos pueden ser desencadenados por fiebre, falta de sueño y medicamentos que actúen a nivel del sistema nervioso central.
Los niños sonámbulos y niños que hablan
durmiendo
El niño sonámbulo se levanta de su cama y, permaneciendo dormido, hace actividades que pueden ser habituales. La edad más frecuente de aparición es entre los 4 y 8 años y se resuelve espontáneamente en la adolescencia. La fiebre, la falta de sueño y algunos medicamentos actúan como factores causantes. Se debe consultar para establecer estrategias que eviten riesgos en estos niños. La somniloquia es la emisión de palabras durante el sueño. No constituye ningún problema y no requiere tratamiento.
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